PRIMERA PARTE : http://nuestrocaminofya.blogspot.com/2014/01/aquiestoy-yo-viajando-mirando-e.HTML
Caminos Cruzados: Rumbos Separados
Volumen 2: A & A
Y te veo con ella y el rumbo cambia de dirección, nuestros destinos se ven separados y eso me mata lentamente como una mordida venenosa. Mientras el Universo aún conspira a que nosotros terminemos juntos y medio mundo se interponga al final seremos solos los dos, porque nuestro amor renace, nuestro amor es un hilo rojo invisible e irrompible, podemos separarnos, enredarnos, pero jamás, jamás se va a destruir.
Y un día llega por coincidencia a mi vida un alguien dónde el Universo no lo tenía en su planes, dónde nuestra misión es encontrar a esa parte para volver a ser una sola esencia que fueron separados para hacer su amor más fuerte entre los tiempos, pero en el momento que se vuelvan a encontrar es imposible que quieran volver a separarse, se pertenecen, se complementan, se consumen y lo más importante se aman volviendo a ser solo UNO.
¿MI DESTINO O MI OTRA PARTE?
AUSTIN
En ti encontré amistad aunque nunca pensé que anhelaría tu amor de una manera diferente, yo la quería con todo el alma y el corazón, pero poco a poco ella se distanció, quiero expresarte lo que siento, pero no podré, porque ya no volverás.
PRIMERA PARTE DE CAMINOS CRUZADOS/ DESTINO Y ALMA GEMELA EN WATTPAD TAMBIÉN LO ENCUENTRAS, ES MÁS FÁCIL!:
CAPÍTULO 12
GRAN DÍA, DECÍAN
Viernes 5 de Setiembre.
- El gran día llegó- me levanté rápidamente y fue lo primero que pensé con la sonrisa en mi rostro, la vería y eso ya hacía que sea un mejor día.
Me cambié y fui directo al instituto, más entusiasmado que nunca, de paso compré un dulce para entregarle. La vi entrar al salón, tan bonita como siempre, estaba con una blusa blanca y sus jeans, más unas zapatillas rojas, hermosa, demasiado hermosa.
Me quedó mirando y sonrió, vi el gesto de fastidio de Peter, él se fue a sentar con ella, parecía que él le hablaba y ella solo lo ignoraba. Melany, vino estaba linda también, todas las niñas son hermosas, pero más mi Flavia. Conversé con Melany y me contó ciertas cosas que pasaba, yo la oía.
- Hola- me saludó Peter sentándose a mi costado- ¿Podemos hablar de todos los problemas que hemos tenido?
- Ah hola, luego que me dejaste en visto y apagaras tu celular supe que ya no importa nada- seguí sin mirarlo, solo al vacío y escuchando la risa de mis compañeros que hablaban de sus patéticas vidas.
- Por favor, déjame explicarte- me dijo Peter mirándome buscando que lo mirara.
- Am, no. ¡Ya vete!-dije fijándome en la puerta, rechazando aquella conversación.
- Dame una oportunidad- supliqué al ver que no daría el brazo a torcer.
- No, ya te di muchas- dije mirándolo directamente y amenazante.
- Si, sé que me comporté mal, pues que quería que haga, me cambias el nombre y no quieres que me enoje. Quizás debí escucharte, lo lamento- me escribió en el cuaderno con una linda letra que tenía y me lo puse al frente de mis ojos.
- Hablamos luego-solo susurré viendo que Austin nos quedó mirando.
Pasó las horas, había exposiciones individuales. En ese aspecto, no se me daba bien exponer en frente de un público y así quería ser la mejor periodista, irónica. Finalizaron de explicar sus temas y como le dije a Austin, iba a ir al baño antes de encontrarme con él, me dijo que me estaría esperando y se fue corriendo. Me quedé impactada por esa desesperación que tenía, vi que tenía ganas de poder pasar tiempo conmigo y eso era muy bonito.
Ya en el baño de niñas, escuché un pis pis, ya sabía quién era, pero no hablaríamos hoy, Peter me siguió hasta las escaleras.
La vi alistando sus cosas y yo lo hice apresuradamente, salí corriendo del instituto y a fuera me encontré con Amil, una compañera que conocía hace mucho, sabía que era amiga de Peter, pero eso no tenía importancia.
Ahí estaba la niña de rizos dorados, dejando ver su belleza al mundo. De pie junto al letrero azul del paradero. Miró de reojo y yo igual. Creo que reímos por dentro.
- Hola- saludé al verla, sabía que Flavia se demoraría. Tenía que ser valiente para iniciar la conversación, puesto que la última vez hice el ridículo.
- Hola- volteó y me sonrió con esa dulzura que la caracterizaba.
- ¿A quién esperas?-pregunté viendo que nadie la acompañaba.
- Bueno, esperaba a mi amigo para que me pase los apuntes, no estoy al día- se avergonzó, como era muy blanca se le notó mucho y me pareció, uhm no sé.
- ¿Qué apuntes?-pregunté fijándome en su cabello y el viento, tenía el cabello mucho más largo que Flavia, como es gringa, sus cabello dorados, destacaban más el día.
- Lo del profesor Kim-me dijo viendo si de casualidad viene su amigo.
- Yo te puedo prestar, si quieres...- me ofrecí fijándome en la hora, no salía Flavia tampoco.
- Sí, sí, por favor- dijo con el gesto de ¡Ay qué lindo!
- Toma- saqué mi cuaderno azul y se lo di- Mañana me lo entregas o cuando quieras, la verdad ese curso ya lo pasé sin dar final. Si no entiendes mi letra, lo lamento mucho- empecé a reír y la llegué a contagiar.
Sus mejillas rosaditas y sus ojos achinados al momento de reírse, me estaba fijando en cada detalle de su rostro. Pero... ¿Por qué me estaba fijando en ella? Se supone que a la que quiero es Flavia. La chica sin nombre más que defectos tenía virtudes, entendía mis chistes, y mi mal sentido del humor. Ella tenía una personalidad tranquila, divertida a la vez, y la humildad se le notaba desde lejos. No se creía por su cuerpo o cabello, menos por la ropa que podría llevar puesta, claro que había días en las que se arreglaba y dejaba a todos en shock, pero ella bañándose o no, arreglándose o no, ya era bonita por dónde la vieras.
La persona que estaba justo al frente de mí, no me parecía un mal chico, era un joven con tanta vida como yo, se le veía muy amable, tierno y comprensivo. Y yo estaba pasando por una etapa de superación, luego que Francisco me dejara porque ya no sentía amor por mí.
Y me atrajo desde que me dibujó, y cuando lo vi pasar, parecía haberlo visto hace mucho tiempo, solo que no sé dónde, sus ojos verdes, sus cabellos marrones claros, su piel trigueña que tenía imperfecciones como las mías y esa nariz larga, pero delgada más la sonrisa gigante que llevaba en su rostro, hizo que me empezara a atraer minuciosamente. El chico tímido, no sólo tenía buen físico, era divertido y entretenido, algo curioso y tímido, tanto como yo o peor. No dejaba de lado el niño interno que tenía y si una persona no ha perdido la niñez, vale mucho más que alguien que cree tener la "madurez" de creerse bacán y el más adulto. En cambio, él no, llevaba la ternura por los poros, brotaba sin siquiera hablar.
- Sí, la voy a entender, te veo apresurado, ¿Una cita?-preguntó ella dándose cuenta que miraba a todos lados y la hora a cada instante. Sus ojos miel le preguntaban a mis ojos verdes.
- Sí, con la niña más hermosa del mundo- dije pensando en Flavia y me puse rojito.
Ha mierda, sale con alguien más. Bueno, quizás podríamos ser amigos, tampoco creía que le podría atraer.
- ¡Wao!, qué manera de hablar de ella, debe ser especial, espero que te vaya bien. Iré a sacarle copia, mucha suerte en tu cita- dijo dándome un beso en la mejilla y colocándome rojo como tomate, dios mío- Por cierto mi nombre es Amil Picasso, por si te interesa saber, chico tímido- río mostrando sus dientes.
Otra vez quedé como un idiota. ¡Díganle que no sonría! ¡Es demasiado bella para mí!
- Gracias Amil Picasso, soy Austin Navarro por si quieres saber también- dije sonrojado, ella no se dio cuenta porque ya se había ido.
Cruce y me di cuenta que ella me quedó mirando, porque se burlaba de mi letra. Se empezó a reír mientras se dirigía a sacar copia a mi cuaderno, señaló una hoja y entendí lo que quería decir: "no entiendo tu letra", eso era.
Me senté en una silla roja, el lugar tenía un patio de comida con aire libre, habían pocas personas a mi alrededor. Me olvidé del momento con esta chica llamada Amil y me enfoqué en mi cita de hoy, la cual debía ser espectacular, tenía el dulce en la mano, luego iríamos al cine y cuando sea de noche una cita frente al mar.
Comencé a esperar, la conversación con Amil habría sido de 5 minutos a 10 minutos aproximadamente. Y las mujeres siempre se demoran en el baño, así que seguí esperando a pesar que se demoraba.
- Ya te dije que no voy hablar contigo- dije cogiendo mis cosas y saliendo del instituto donde vi a Austin sentado mirando la mesa y con ansias de que llegara.
Peter me había hablado por más de cinco minutos, sin embargo, cuando yo le decía que no oiría nada, él seguía hablando y hablando. Hasta que decidí largarme para verme con mi primer amor. Sin saber que alguien se había fijado en él, sin saber que alguien se había dado cuenta de lo maravilloso de su corazón.
Y es ahí donde todo empezó, nuestros caminos cruzados habían iniciado.
- Debo irme- dije pues me estaba esperando y ya me había demorado lo suficiente. Le explicaría a Austin que Peter no me dejaba en paz. Claro que todavía quería o sentía afecto hacia Peter, pero quería hacerlo sufrir por ignorarme y dejarme en visto.
- Solo dame unos minutos. Vamos a caminar o tomar un café, por favor, te lo suplico- me cogió de las manos y se acercó a mí. Y la palabra café resonó en mí, el chico de casaca de cuero vino a mi mente de inmediato. Desperté.
Peter, por cosas de la vida se había enterado que saldría con Austin, pero no me lo dijo, él quería que caiga en su primera trampa y así lo hice.
- Está bien- miré hacia donde estaba Austin, no se había percatado que estaba al frente. Así que me fui, luego le explicaría con mentiras de por medio.
Cuando saqué copia al frente del instituto, me fijé que Austin seguía solo en el restaurante de comida rápida y que Flavia, la enamorada de Peter, se iba con él. Mientras que Austin esperaba ansioso a la mujer misteriosa, ¿tanto se demora la cita de él?.
Transcurrieron una hora y media, desde que llegué. Miré la hora como quinientas veces, me fijé al frente y en la puerta del instituto, me paré, alcé la mirada y nada, no llegó.
Lo único que me quedó fue irme del sitio con el corazón arrastrado en el piso, suspiré pensando que nunca nada bueno me pasa y como arte de magia o algo inesperado apareció Amil. Me topé con la dulce Amil, pensé.
Seguía ahí conversando con su grupo de amigos incluido Pablo, un amigo mío también. Continué unos pasos para tomar mi autobús e irme a casa para dormir y olvidarme de esta mala ocasión. Pero la suerte me tenía preparado algo mejor, Amil se dio cuenta que justo pasaba al lado de su grupo y fue corriendo hacia a mí.
- ¡Hey!, ¿qué tal?- me saludó con buena onda mientras se acercaba a mi costado.
- Pues bien creo, mi cita nunca llegó- dije guardando el dulce de chocolate en el bolsillo.
- ¿En serio?- me quedó mirando con tristeza y pena a la vez.
- ¿Qué se puede hacer?- dije desanimado e intenté sonreír, aunque las ganas de mandar todo a la mierda me sobraban.
- ¿Qué se puede hacer? Regalarme ese chocolate que tengo hambre- empezamos a reír.
- ¡Qué comelona resultaste!- dije sacando el dulce y dándole en sus manos blancas.
- Me encanta la comida. Por cierto, yo no hubiera desperdiciado una cita contigo- agachó lentamente la mirada, como si estuviera escondiendo algo.
- Gracias por el halago- dije con mayores ánimos, olvidándome por un rato de ese momento solo.
- Como verás no me fui rápido- dije haciendo puchito con sus labios y cambiando de tema.
- ¿Por qué?- pregunté mientras caminábamos para comprar.
- Porque al final si vino mi amigo, pero igual le saqué copia a tu cuaderno y quise quedarme a conversar con ellos de la vida- dijo metiendo mi cuaderno azul con fuerza a mi mochila.
- Listo- dijo cerrando mi mochila y dio dos manotazos en ella.
- ¿Qué novedades?- seguí la gran conversación que estábamos teniendo.
- Nada, tengo muchas exposiciones, trabajos, y ponerme al día, amoríos de mis amigas y te cuento- dijo riéndose de lo que se estaba acordando.
- Cuéntame- dije para poder reírme con ella, aunque ese reírme fue un chiste de mal gusto.
- Hoy vi a Peter y Flavia saliendo juntos, ¿Sabes si son novios?- me dijo sin sospechar que aquella oración de saliendo juntos a ellos dos, implicaría por qué ella no llegó.
- Ahora entiendo todo- dije ahora enterado de su ausencia.
- ¿Qué dices?-preguntó sin entender lo que dije.
- Ella no llegó, porque se fue con él, lo prefirió...- dije bajando el volumen de mi voz.
- ¿Ella era?-dijo impactada enterándose de quien era la susodicha.
- Sí, lamentablemente- dije arrepintiéndome por dentro.
- Tranquilo por favor, tendrá sus razones- me dijo al ver que ardía de dolor y cólera.
- Déjalo ahí, ahora sé cuánto le importo y a quién escogió- dije comprando unos cigarros y prendiéndolos.
- Yo estoy aquí, ¿Sí?- me detuvo el cigarro, lo que consumía, mi droga y lo apagó.
- Eso me hace sentir mejor- la abracé con mucha fuerza, la contuve contra mi cuerpo todo los minutos que necesitaba, que nadie me lo daba, en ella lo conseguí, paz, por fin paz- Perdón por abrazarte, solo que me transmites buena vibra, lamento la confianza.
- Es lo de menos si nos conocemos hoy o antes, pareciera como si nos conociéramos en otra vida.
- Yo también siento lo mismo, ¿Qué coincidencia, no?- no estaba mintiendo, tampoco mentía para seguirle la corriente y pensara ¡Oh estamos conectados! Era verdad lo que decía, también sentía que en alguna ocasión nos habíamos cruzado y que ese encuentro había sido maravilloso.
- Mucha, ¿Dónde nos habremos visto?- puso cara pensativa y luego se rió. Me encanta la alegría que tiene.
- En un sueño- dije la verdad. Allí nos habíamos encontrado, era claro que ella no iba a saberlo, pero yo sí. Fue cuando Flavia y yo nos levantamos al mismo tiempo, ahí la había visto rodeando por mi cabeza.
- Vamos a caminar, yo te invito un café, ¿aceptas?- me miró con grandes ánimos, como si quisiera contagiarme su actitud, su manera de ver la vida.
- Cómo no aceptar, se trata de ti- dije quitándole la mochila de su espalda y sosteniendo sus cosas en mi otro brazo, ella me quedó mirando.
Fue una sensación extraña y vi cómo se le formó una risita y esa sonrisa, que linda sonrisa, me gustó su manera de sonreír, de mirarme, era distinto.
Caminamos, por un largo rato, el café no se encontraba tan lejos aunque quise tomar un taxi, ella muy humilde decidió caminar, porque quería compartir un momento conmigo y así hacerme sonreír, qué gran gesto-pensé.
Nos sentamos y pedimos café caliente para ambos, empezamos a reírnos por mi letra, luego recordamos a los profesores y los dibujamos en su cuaderno con cosas extrañas y ella no paraba de reír que me contagiaba, encima se me cayó el café, ya no había casi nada, igual fue épico burlarnos hasta de eso, lo más mínimo nos causaba risa y hasta que la vi, la vi besándose con Peter...
Se encontraba en otra mesa y vi en el preciso momento que sus labios se acercaban, la manera en como jugaban y veía amor, me quedé congelado, hasta volver a la realidad.
- No mires- me volteó el rostro Amil.
- ¿Nos vamos?-sugerí queriendo reventar todo lo que esté a mi paso.
- Si te hace mejor, me parece bien- dijo cogiendo el café y yo nuestras cosas, tenía que llevarla a su casa para asegurarme de que no le pasara absolutamente nada. Me tragué el dolor, no permitiría sentir enojo y celos por hoy.
LA MAGIA DE LA BRUJA
Nos regresábamos a su casa ya se nos había pasado la hora con tanta risa. Le pedí su número de casa y Facebook.
De repente, una señora con un traje verde se nos apareció, parecía extraviada y se nos acercó, nosotros nos asustamos porque no sabíamos que deseaba y dijo: "El uno para el otro".
- Te presento al amor de tu vida- me dijo el destino en medio de ese camino.
- ¿Disculpe?-pregunté sin entender las sabias palabras de la señora.
- ¿Es lo que quieres?-me preguntó a mí, colocando sus manos en su pecho
- No entiendo que me quiere decir-dije desesperándome por la situación.
- ¿O tu destino?-me miró detalladamente y a ella también, le sonrió.
- Qué gran sacrifico de amor harás- se dirigió a ella, vi su cara de Amil como diciendo ¿Qué dice?
- Valórala- me dijo tocándome y se fue lentamente, como si conociera el camino, la vimos irse, estábamos en pánico.
- ¿Qué fue eso?-dije mirándola y viendo la silueta de la señora.
- No sé, no entendí mucho- seguíamos caminando, hasta llegar a la puerta de su casa.
- Gracias, por el día de hoy, que se vuelva a repetir- dije abrazándola y dándole un beso en la frente.
- ¿Es lo que quieres?- hizo la misma pregunta que la señora y tuvo un sentido.
- Sí- dije con los nervios que me consumían, ella miró a otra dirección y me dio otro lindo beso en mi mejilla.
Entró rápido a su casa y me quedé parado allí, con las pocas luces que iluminaban, me fui de aquella casa, con la mano en ese beso, ese beso que me había dejado así, todo un tonto.
Llegué a mi departamento a altas horas y me puse a ver las noticias, hasta que sonreí al recordar que ella me había hecho sentir excelentemente bien y no acordarme de Flavia, en todo el día había estado distraído y me gusta, me gusta sentirme así. Seguro, solo fue hasta hoy, ya mañana volverá a ser como antes...
Luego, de dejar plantado a Austin me conecté al Facebook, él no estaba y me preocupaba, igual le envié un mensaje diciéndole que me disculpara y que no fui por hacer cosas con mi mamá, sin saber que él ya sabía la verdad. Me respondió un poco tarde cuando yo veía televisión y estaba a punto de dormir, solo puso un ¿ok?, está enojado, lo sé, pero es que Peter y si le digo la verdad se enojará más, mejor mañana hablo con él, pasaré por él para irnos juntos al instituto.
No podía dormir pensando en Flavia, Amil y todo se me juntaba. Me di media vuelta en la cama y recordé nuestro primer encuentro con el dibujo que mágicamente había caído en mitad de su camino, parecía planeado, pero todo eso son mentiras de las casualidades o coincidencias. Me quité el collar para dormir mejor y su sonrisa vino a mí.
Bajé al primer piso viendo si marcar o no su número del teléfono. Sería muy rápido llamarla en estos momentos y también porque es tarde, pero mis dedos no me hizo caso y ya estaba llamándola.
- ¡Aló! ¿Austin?- dijo con una voz alegre. Me entró más seguridad a la hora de hablarle, ya no debía comportarme como un niño estúpido, aunque yo no supiera que eso a ella le encantaba.
- Eh, este, sí. Austin Navarro te habla- y me golpee la frente con una mano. Digo que no me voy a comportar como niño estúpido de seis años y es lo primero que hago.
- Jajaja, ¿por qué me hablas tan serio?
- Es que, no sé comportarme cuando estoy contigo- lo solté y luego me arrepentí, ¡Carajo!
- ¡Vaya!-exclamó-Me gusta tal y como eres, tal como te muestras conmigo. No te avergüences, eres encantador Austin.
- Gracias gringa, ¿así puedo decirte?
- Sí, todos lo hacen. Y... ¿no podías dormir por lo de hoy, verdad?
- Algo así, luego pensé en ti y en el café que derramamos y quise llamarte. Un poco tarde por cierto.
- Nunca es tarde para conversar con una persona tan buena como tú, Austin. Llámame cuando desees una amiga o compañera, estaré a las 24 horas.
Amil quería darme su tiempo, ser el hombro donde pudiera reconfortarme, sin ser amigos, solo unos desconocidos que intentan conocerse. Y si había tanta mujer por dentro, eso enamoraba a cualquiera.
- ¡Oh! También estaré siempre que quieras. No te molesto más, me hizo muy bien salir y hablar contigo. Eres una estupenda chica.
- No hay de qué. Descansa ha sido un día agitado para ti. Buenas noches- estaba siendo una linda conversación con Austin. Yo tampoco había podido dormir pensando en este día.
- Un gusto el conocerte hoy 5 de Setiembre.
- El gusto fue mío- respondió con una voz dulce. Y colgó, quedé pegado unos segundos más en el teléfono, para luego irme a dormir plácidamente.
Al día siguiente...
Sábado 6 de Setiembre
Ya con mayores ánimos y por esa tarde con Amil, me freí unos huevos y café, el olor del café me hizo acordar cuando tiré el mío por nervios, quizás, y fue uhm no sé. No quiero adelantarme a nada, pero vi su piel tan blanca, tan bonita. Me gusta en la manera como es, no la conozco lo suficiente, pero no necesito saberlo, me doy cuenta lo inteligente y humilde de su personalidad.
Terminé de freír y me los comí lentamente, aún tenía tiempo, pero iría para poder estudiar, los finales estaban cerca y ya tenía que ir adelantando, cogí mi mochila y me fui comiendo mi pan con huevo.
Y pues, la vi sentada y sola en un parque, ella estaba de espaldas, sonreí al verla desde temprano, que curioso sonreí. Recuerdo ese pequeño suspiro al verla voltear y sonreír, un suspiro que hace mucho no daba, suspiro de tranquilidad, paz, de ganas de vivir, ganas de hablar con ella, admito me encanta hablar con ella, porque es diferente, distinta.
- Hola pequeña- saludé con un beso en su blanca mejilla. Seguridad y confianza estaba dispuesto de aplicar aquellas virtudes en mí.
- Hola, que bonito verte en esta linda mañana- dijo sentada en unas de las bancas del enorme parque.
- ¿Por qué estás aquí sola?- pregunté mientras me acomodaba a su lado.
- No lo sé, me gusta disfrutar del paisaje, la gente, los niños, la felicidad de todos- quedó mirando a una familia que hacían reír a sus hijos
- Oh, a mí no me gusta la gente, pero sí es bueno disfrutar de todo esto- la miré y ella me miró, entonces nos quedamos por minutos viéndonos, mientras la brisa del sol nos reflejaba.
- Eso fue extraño- hizo un gesto de ¡ay, me está me está gustando!
- ¿Qué cosa?-pregunté mientras la seguía viendo, guardando en mi memoria todo.
- Esto, no sé- dijo arreglándose el cabello rubio que tenía-¿No te parece raro el hecho de conocernos?
- Pues sí, sigo buscando entre mis pensamiento donde te he visto. Solo hay que disfrutar. ¿Sabes? Es bonito estar aquí contigo- miré donde ella dirigía su mirada.
- Jamás me lo habían dicho- dijo creyéndosela ella misma y yo lo creí también.
- Bueno, ahora te lo digo yo, ¿Y quieres saber los motivos?-pregunté, me levanté me puse al frente de ella, se puso nerviosa, lo sentí y empezó a jugar con sus manos.
- Sí, me encantaría- contestó con gran modestia, tenía una voz tan dulce, de niña buena, ay que linda.
- Ayer, cuando regresé a casa me di cuenta que es bonito estar contigo, gracias por no dejarme solo como todos lo hacen, gracias por hacerme reír todo el día de ayer y discúlpame si te estoy poniendo nerviosa, solo quería decírtelo- dije agachado hacia ella, casi arrodillado y me regalo una mirada de ternura.
- Yo no soy como las demás, tontito- me dijo dándome una despeinada en el cabello.
- No necesito que sean los demás, sino que seas tú-dije robándole un beso en su nariz pequeña y delgada, ella se puso como una gatita, sus ojos enormes se volvieron chiquititos y fue aksjakd, hermoso.
- Uhm, interrumpo-escuché una voz detrás de ella, subí poco a poco mi mirada y estaba Flavia de La Torre. Nuevamente esa niña, ya sabía que sería un problema para mí.
- ¿Qué haces acá?- me paré muy rápido e incómodo por su presencia.
- Vine para irnos juntos al instituto, pero no estabas y este es el camino para llegar allá- empezó a explicarme y mirando de reojo a Amil, ella estaba guardando sus cosas, quería irse.
- Si vienes hablar, puedes irte por donde viniste, estoy hablando con Amil- dije sentándome nuevamente viendo que la gringa quería huir de esta escena.
- Yo me voy- dijo muy bajo Amil, con su voz de niña.
- Si, ¡vete mejor!- dijo enojada y enfurecida por la situación que había visto a Austin.
- Eso hago...- respondió Amil, desprotegida, indefensa, ahí noté que no le gustaba pelear y era mucho más reservada.
- No te vayas-la agarré por la cintura y la miré fijamente, realmente quería irme con ella al instituto, la que debía irse era Flavia.
- Aquí sobro yo, ¡Nos vemos luego!-dijo despeinándome nuevamente y haciendo un gesto de: ¿Qué me queda? Irme. Y se fue despacio, muy despacio.
- ¿Ves lo que haces?- grité a Flavia, recordando la mentira que me dijo.
- Anda, anda con ella. Yo vine a explicarte que tuve que salir con mamá- dijo gritando en pleno parque y como niña caprichosa.
- Cállate, no sigas. Mentirosa, yo te vi besándote con Peter en una cafetería y sí, me voy, contigo no vale nada- dije sacando con fuerza mi mochila y yéndose, dejando una mirada de odio hacia ella.
- Quédate- me cogió del brazo con intensidad.
- ¡Sueltamente! No dejaré que se vaya sola, cuando ella no hizo eso conmigo-la empujé de casualidad, por la intensidad del momento que estaba sucediendo la dejé parada en medio del inmenso parque y escuché gemidos de tristeza, quise volver para abrazarla, para que no esté así, sentí una punzada en el corazón y me pregunté ¿Es lo que quieres? Y no hubo respuesta, continúe caminando con grandes pasos.
Mientras caminaba, recordaba que jamás me había comportado así con Flavia, pero tengo mi límite. Se oscureció el día, se puso frío, tempestuosa y empezó a llover.
Entonces, la vi que paraba un transporte público y corrí para detenerla, ya ella estaba subiendo, no me hallaba lejos de su cuerpo y grité: ¡Amil!, ella tenía un pie en el transporte y el señor pensando que ella ya había subido, siguió su marcha, el cuerpo se le iba de espaldas y corrí a socorrerla, corrí y la salvé, la cogí entre mis brazos y detuve su caída, ella me miró aún con miedo mientras la lluvia caía en nuestros cuerpos, hubo una chispa, una conexión, que cayó justo en mi brazos, la contuve y le di una sonrisa pequeña.
- Estás a salvo- le dije sosteniendo su peso en mis brazos, ella abrió un ojo y al segundo el otro, creyó que había muerto por la caída.
Creo conocer personalmente a mi ángel de la guardia, ¿Qué suerte, no? Tengo la dicha de tenerlo frente a mí, encima de galán es adorable. Y como cualquier chica, jamás creí en los cuentos de hadas, menos en reyes o príncipes que te salvan, creía que en algún momento el chico con el cuál me casaría y tendría una vida feliz y nos pelearíamos por tonterías lo conocería en otras circunstancias, no a mi edad. Pero el amor te llega en cualquier momento, sin que lo que pienses, llega y te desordena la vida.
Y Austin llegó para hacerla mejor, desordenarla y complicarla.
- Pensé que moriría- dije cogiéndome de su cuello.
- Soy todo un galán y un ángel para ti- me hizo reír- Uhm, deberíamos pararnos, las personas están que nos miran extraño.
- ¡Y qué importa las personas! Nunca creí que me pasara algo así, como las historias que cuentan en los libros. Mágicas, especiales- dije con los ojos maravillados.
- Por mí me quedaría una hora escuchándote sin que pares. Acuérdate qué...
- Qué tenemos clases, ¡Ash!- se puso de pie y me ayudó a levantarme.
- Sin embargo, podrías darme tu número de celular. Prometiste que a la próxima que nos viéramos me lo darías, cumple tu promesa- río en la última parte junto conmigo.
- Vale, pero no te lo dejaré tan fácil.
- ¿Qué plan tienes, chica perversa?
- Debes adivinar el último dígito de mi número, ¿realmente te importa tener mi número, verdad? No me hago problemas si es lo contrario.
- Claro que quiero tú número- cogí sus manos en el aire para que sepa que realmente lo deseaba.
- Este es- sacó un lapicero y lo anotó en mi agenda- Averigua el último dígito, chico tímido. Vayamos a clases.
Austin le gustó el juego que Amil le puso. Diferente a lo cotidiano. Se fueron dando suspiros en las calles.
CAPÍTULO 13
Yo te quise, ahora… no. ¡Todo está
destruido!
https://www.youtube.com/watch?v=u1Am6PxoZj4-
CANCIÓN DE AUSTIN Y AMIL, LEER ACOMPAÑADO DE LA CANCIÓN.
Dicen que todos tenemos nuestro
destino, realmente existe el destino o uno lo hace. Es verdad, que estamos
conectados a través de unos lazos rojos irrompibles con la persona indicada
para ti y que de una u otra manera jamás podrán romperlo. El destino de Austin
es Flavia, ella es su camino, pero como dice un amigo, cada uno escoge el
camino que lo hace feliz, aunque al final ese lazo jamás podrá ser separado.
-
¡Ay dios mío!, pensé que moriría
allá- dijo viendo mis ojitos.
-
Para eso estoy yo, para salvarte.-
bromee y le saqué una risita tímida.
-
Pensé por un instante que te
habías ido con Flavia-Aquel momento no quería que acabara jamás, jamás.
-
Prefiero irme contigo- le hice
cosquillas en su barriga y reía, a la vez la veía como una niña, una bebé, una
chica que tenía el sentido de humor, más divertido, una sonrisa, espectacular y
se envolvía en lo que ella era: una dulzura de persona
-
¿Entonces, vamos?-dijo
levantándose con delicadeza y cogiéndome del brazo, así nos fuimos, caminando y
conversando mucho mejor que antes. Ella, es para mí, lo presiento, algo me lo
susurra.
-
Algo que me dejó pensando fue las
precisas palabras de Amil cuando conversábamos sobre el amor que le tengo a
Flavia, le conté como la había conocido y quedo fascinada, lo que había hecho
por ella, lo que sentía y pensaba y me miraba con dulzura, ella a todo esto me
dijo: “No siempre el primer amor es el primero al que conoces, tampoco será el
único y el último. Siempre existirá el segundo, el cual te amé y te acepte tal
cual eres, a pesar de tus errores. Como el primero no lo supo hacer”
-
Soy un tonto por esperarla- dije
escuchando su consejo, me había impactado la forma en que pensaba y como era
precisa y directa, ¿Tendría razón? Quizás el primer amor es aquel amor que te
entrega todo, confianza, paz, alegría y que a pesar de todo lo que venga siguen
juntos.
-
¿Y por qué la esperas?-dije aun
sin entender mis sentimientos y el amor que le tengo a esa niña, que me deja
cuando quiere y me quiere cuando desea, que no le importó y a mí, sí. Y que la
amo, como jamás llegaré amar a nadie.
-
El hombre realmente enamorado es
capaz de esperar cuanto sea necesario-concluí con estas palabras que decían
todo lo que hacía por ella, era porque estaba realmente enamorado, desesperadamente
enamorado por ella. Ya habíamos llegado a la puerta del instituto.
-
¿La amas, no?-me paró en la puerta
del instituto, mientras todos pasan a nuestro lado.
Como nunca he llegado amar a
nadie, daría mi vida por esa niña que me ignora, daría lo mejor y lo poco que
alguien puede ofrecerle incluso mi vida entera- empecé a derramar unas lágrimas
que brotaban de mis ojos y caían encima de su hombro, me había abrazado, Amil
me estaba abrazando, si tan solo Flavia lo hiciera, nunca lo ha hecho y jamás
lo hará, yo la abrazo y recuerdo que me dijo: “Contigo no tengo miedo”. Ya no
sufriría más, basta y me sequé las lágrimas vi que ella también lloraba y
coloqué mis dedos encima de su rostro y se las sequé suavemente, tenía la
cabeza mirando al suelo.
Cuando me fijé en su rostro, él ya
había levantado la mirada y me sonrió, en ese momento supe que quería ver
aquella sonrisa toda la vida, aunque una vida fuese tan poco. Pero, su mirada no era para mí. Era para ella. Su
chica especial, con la que soñaba todas las noches.
-
¿Me disculpas? Tengo que decirle algunas cuantas
cosas-fue lo último que me dijo hasta verlo que se acercaba a Flavia. Ay Amil ,
¿Qué pensabas?, ¿Qué un chico así te haría caso? Eso solo pasa en los libros.
-
¿Estás mejor?-me acerqué a Flavia, al verla con los
ojos hinchados.
-
Sí, ¿Éstas saliendo con ella?-pregunté
directamente, tenía que saberlo de una vez por todas, esas niña jamás me dio
buena espina.
-
No, pero me agrada-contesté a su pregunta con el
corazón en la mano.
-
Lo que yo creo es que lo nuestro no era estar juntos, tu camino
era con ella y el mío, el mío era contigo- estaba muy rara, ¿Por qué me habría
dicho todo esto?, me quedo en la memoria: el mío era contigo, entonces sí, me
quería, no le daba igual como yo pensaba. La amaré por el resto de mi vida,
jamás habrá alguien que ocupe su lugar, se fue, se me quedó las ganas de
hacerle acordar que la amo a ella, solo a ella.
Cuando voltee, Amil había partido
a su clase, no me lo esperaba hice lo mismo, cuando a la vez entró conmigo
Benjamín. Hace mucho, que no lo veía y volvía ahora. Muy raro, me quedó mirando
e hizo un gesto de maldad, pero igual contuve su mirada y no se me hizo
indiferente. Subí al mismo tiempo con él y entró al salón de Amil, ¿Se habrá
cambiado? Yo fui directo a mi salón, quedándome preocupado.
CONTIGO, NO.
Querido diario:
Estoy en el aula, en un punto muy alejada al de
Austin. Me duele verlo, me da cólera saber que continua con su vida y más que
sigue como si nada.
Hoy lo vi con una chica, ya la conocí por medio de Peter
que me la presentó y me cayó mal desde el primer día. Tengo miedo que quiera
iniciar una relación y me olvide. Luego escribo, Matías vino a sentarse.
- Flavia,
¿algo ha pasado?- se puso a mi lado, la profesora no llegaba y todos
conversaban de sus vidas, problemas, etc.
- Matías…Me
odio- baje el rostro conteniendo el llanto.
- Cuéntame,
te escucho- dijo, mientras apoyo sus brazos en la carpeta para escucharme.
- Hoy
vi a Austin con una chica llamada Amil, se veían muy bien juntos y me choco-
alcé el rostro y mi sonrisa estaba apagada.
- Porque
debería chocarte si tú estás saliendo con Peter…- me miró con incredulidad y su
voz sonó irónica- A parte, Amil es mi amiga y es una gran chica. Si llegara a
estar con ella, créeme que Austin estaría feliz o es que… ¿no quieres eso para
él?
- Lo
sé, eso lo sé muy bien. Pero, no quita el hecho que lo quiera, ¿entiendes? Lo
quiero con locura y desesperación.
- Entonces,
¿Qué haces con Peter?
- Esa
es la pregunta del millón, ¿Qué hago con él?
- Tu
misma debes saberlo. Si quieres a Austin, dale la oportunidad de estar a tu
lado y déjate de cojudeces de jugar a doble cachete, estando con Peter que por
lo que veo te quiere de una manera extraña y tu igual siento que estas cómoda.
En cambio, con Austin, hablas o te acaricia y sonríes todo el día, reniegas, te
molestas, lo extrañas, lo odias y al mismo tiempo lo quieres, eso es el amor,
tantas combinaciones en uno.
- Nunca
entenderé porque el amor tiene que existir el daño, no se supone que cuando
quieres a alguien no debe haber un lastimado.
- Quizás
tienes una forma muy diferente de ver el amor, no solo es todo mágico, lindo,
no es como lo imaginas. El amor es sonreír, sentirte alegre, en paz, estupendo
eso es estar levantado. A su vez, es pelear como niños, discutir, celarse,
aclarar las cosas, molestarse de lo más tonto o lo peor, eso es caerse. En
conclusión, el amor es levantarse y caerse al mismo tiempo, como una montaña
rusa. Al principio estas nervioso, contento, ansioso por lo que va a pasar, eso
sucede en los inicios de una relación y cuando el juego empieza estas con miedo
porque sabes que esa alegría va a caer en un instante y gritas, tu corazón da
mil giros, al terminar te sientes asustado, nervioso por lo que ha pasado.
Bueno, no sé muy bien, pero eso es.
- Gracias,
verdad mi cumpleaños es dentro de dos semanas- arranqué un pedazo de mi
cuaderno y le di mi dirección- Fácil hago una reunión.
- Has
un fiesta de blanco y negro, ¿entiendes?- dijo Matías.
- O
sea, que vayan de blanco y negros, lo dices por la vestimenta.
- Sí,
no es una mala idea, Flavia- respondió Matías, levantándose del asiento y
yéndose hacia su lugar.
- Matías,
gracias- grité desde mi asiento y solo dijo está bien.
- Y
cuando pretendía volver a escribir, se sentó conmigo…
- Hola
bonita, ¿Estás bien?-pregunté al verla sola como un alma en pena.
- No,
bien. Tenemos que hablar- le conté lo que estaba pasando, los celos que había
sentido al ver a Austin con Amil, mientras yo le decía todo, el solo me miraba,
no decía nada e incluso pensé que hablaba sola. Qué me sentía muy confundida y
que ya no podía seguir con esto, a pesar de que no seamos nada, no quiero
dañarlo y menos a él.
- ¡Rayos!,
por qué no dejas que el tiempo nos muestre que nuestro amor es para siempre-
gritó, la alegría se había ido del lugar, no había venido la profesora y por
eso se pudo alterar.
- Porque
simplemente no siento que esto sea para siempre-respondí, hice mal lo sé, pero
son cosas que ya no me puedo guardar.
- ¿Qué
dices?-volvió a preguntar, claramente me había oído, pero quería que cambie lo
que dije anteriormente
- Con
él, siento que podría vivir para siempre, que me cuidaría, me amaría, me
sacaría la mejor sonrisas-empecé a explicarle, la situación se puso peor a cada
minuto
- ¿Y
conmigo? Solo sé sincera- respondió Peter mirándome a mis enormes ojos.
- Contigo,
no…-agaché la mirada, no quería ver su reacción, si lo quiero y mucho, me
apoya, me hace reír con sus ocurrencias, pero no es él y punto.
- Adiós,
Flavia de la Torre- escuché, no lo veía y no lo haría solo cayó una lágrima que
yo le había ocasionado, una lágrimas sincera a pesar de ser como es, se fue, se
fue ¿y ahora? Y ahora, es hora de buscarlo de decirle que lo escogí, así se me
haya partido el corazón al decirle todo esto, algún día le diré a Peter que con
él siento lo mejor y que cuando está me siento completa y cuando no, vacía.
Pero, no lo entendería, no ahora.
En la hora del break, gasté mi saldo empecé con el
número 1 y así sucesivamente. Hasta que escuché su voz con el dígito 7. Me
habló con la garganta irritada y como si ya no quisiera hablar conmigo. Me
había pasado horas, marca que marca, con tal de entablar una conversación y
respete el hecho de que estuviera de mal humor.
AMIL
Pensaba en Austin y en lo poco que había pasado en
estos dos días, siempre me había parecido lindo y me atraía algo de él. Concluí
que él estaba mejor sin mí. Está mejor sin mí y estará mejor sin mí. Me
alejaré, creo que todo esto lo que tengamos o no, lo hemos confundido. Desperté
de mis pensamientos al ver un chico X, que saludó a Pablo, tenía cara de buena
onda y me quedó mirando en toda la clase, me sentía súper incomoda, después se
fue a sentar detrás de mí y me hablaba, yo me hacia la indiferente y ni
atención prestaba, Fabricio nos miraba con gran recelo, quería que se vaya, ¡ya!
Por cierto, tomé la decisión de desaparecerme de su
vida, las cosas han ido muy rápido y no puedo enamorarme de alguien que ya está
enamorado.
Tiempo después…
AUSTIN
¿Se la ha tragado la tierra?, ¿Qué
pasó con ella? La he buscado en su casa, estas dos semanas, cuando iba a su
salón ya no estaba y en semanas de finales, solo la vi dos veces quise hablar
con ella, pero corría, se tomaba el primer taxi, quería decirle que la he
extrañado. Su olor, su perfume que me vuelve loco, su linda sonrisa, sus
chistes de mal gusto y su compañía, tomarnos un café caliente e imaginar que el
mundo es nuestro. Quería tantas cosas con ella, confesarle que me gusta y me
vuelve un enfermo, loco y extraño que no sabe que más hacer, lo más importante
decirle que me dé un oportunidad, que la protegeré con todo el amor que le
entregué a alguien, a ese alguien que hace dos semanas me buscó. Flavia, fue a
mi departamento, empezó a llorar y yo no entendí, solo la abracé. Le pregunté si
le pasaba algo y me dijo que sí, que había dejado todo por mí, que se había
arriesgado por lo nuestro. ¿Qué nuestro? ¿Algún día hubo algo?
Le dije exactamente eso, ella se
quedó perpleja y me dijo: “Reacciona estoy aquí por ti” a lo que yo respondí:
¿Cuánto tiempo yo estuve detrás de ti?, ella no me contestó e intentó acercarse
para darme un beso, era el momento que siempre había soñado con ella. Pero, la
rechacé, lo hice porque ella ahora hace esto y mañana, no lo hará. Mañana
volverá su mundo de confusiones, donde me escoge como segunda opción y no
necesito de eso más, porque Amil me puede dar amor, amor verdadero. La invité a
que se vaya a su casa e intenté arreglar las cosas con Peter, seguía inmóvil y
ya me estaba preocupando, hice que se tomara un vaso con agua y le dije: “Con
ella estoy mejor”. Dejó el vaso en la mesa que tenía y me dio un fuerte abrazo,
como entendiendo, lloré y lloramos. Era la despedida, a pesar de todo la amo
con todo mis fuerzas, pero… ¿Pero qué? Pero yo me la jugaba por ella, mientras
ella jugaba conmigo ¿Ven la diferencia? Me susurró en el oído, me alejaré para
que seas feliz y yo también respondí: “Yo siempre lo he hecho, siempre me alejé
por ver esa sonrisa que me enamoraba”. Ella puso cara de ¿esto es un adiós?
¿Esto terminó? Gritó: ¿enamoraba?, sí respondí y empecé a secar sus lágrimas de
tristeza y amor a la vez. Me dio un beso en la mejilla, que duró por muchos
segundos, se despidió con una mirada de hasta luego o hasta nunca con lágrimas
encima y cerró la puerta, ya había partido mi camino, te amo, lo susurré y
callé. Por primera vez, estaba siendo fuerte.
CAPÍTULO 14
Alguien como tú
21 DE SETIEMBRE
QUERIDO DIARIO
Estoy nerviosa, muy nerviosa. Faltan pocas horas para mi fiesta de
cumpleaños y tengo casi todo listo, solo falta mi mejor amiga. Mamá y papá me
han dado permiso para celebrarlo a lo grande, he decorado el interior y
exterior del local con luces y flores, unas cuantas velas en la sala central
que es enorme y el jardín con pequeñas luces blancas y amarillas. He contratado
gente para que atiendan a mis invitados y una persona la cual se encargará de
dar un antifaz a cada chico y chica que ingrese. Mujeres, el color blanco y
hombres, negro. Todo está, mi vestido, el peinado, pero no sé si venga él…
Luego, de lo sucedido ese día en su casa creo que las cosas han acabado. Matías, me
volvió a aconsejar diciendo que lo deje en paz, si él eso desea que respete su
decisión e intente algo bonito con Peter, ya habrá tiempo, eso creo yo. Lo
llamé hoy temprano y respondió que no podía porque debía cuidar a su papá
enfermo. Y cuando iba a marcar a Austin, no me atreví, las ganas se quedaron
allí, por lo visto no la pasa tan mal por lo que he oído y lo que he observado
por las redes sociales.
CHICO MALO
- Sebastián, ¡Anímate!- otra vez Amil en la habitación de su mejor amigo,
intentando convencerlo de salir.
- No, menos iré a un lugar que no me han invitado- respondía él, cambiando
el canal de televisión- Encima, no conozco a la cumpleañera. Al menos dime sí
está buena.
- Qué
grosero eres, no seas aburrido, siempre paras en
tu casa o con tus amigos drogadictos- dijo ella jalándolo del brazo.
- No somos drogadictos- giró a su rostro diciéndole con un gesto de
¿entiendes?
- Dijiste que siempre me ibas a cuidar y allá habrá puros hombres- metió
una excusa muy tonta- Por favor, no quiero ver a Austin.
- Ya tienes 18 años, sabes cuidarte. Pensé que ya habías superado a ese
idiota- respondió tan frío Sebastián.
- Sebastián André he dicho que vas a ir y no, no lo he superado- se puso
delante de la pantalla tapando la imagen del televisor.
- Gringa, muévete – dijo muy calmado, esperando que ella entendiera. Eran
los mejores amigos del mundo.
- No, mira yo estoy bien linda y vine para ir juntos, no puedes seguir sufriendo
por amor- dice mostrándose amigable y hermosa al verse con su vestido.
- Jaja, no estoy sufriendo gringa. ¿Me ves cara de estar muriendo?- dijo
vacilante y alzó las cejas.
- Sí, sino mira a tu costado, botellas vacías, comida chatarra, papeles
rotos y tú tirado en tu cama viendo televisión basura, es claro que no estas
muriendo, ¡Uy, sí!- le responde con sarcasmo y también una ceja levantada.
Fue tan sarcástica que Sebastián
se fijó a su costado y tenía razón, todo lo mencionado estaba ahí. Por qué
seguir guardando luto a una mala mujer- pensó- ¿Dónde es?- preguntó sonriendo, ya
había aceptado.
Amil saltó de alegría.
- ¡Bien!- exclamó feliz- En la calle de Rous, antes que seas grosero me
voy, vístete de negro o blanco porque verán todo, a parte ese es el estilo de
la fiesta.
- ¿Mis calzoncillos también me verán?- mostró sus dientes, fue tan pícaro,
grosero, chistoso y mostró los dientes glorioso de sentirse tan seguro con lo
que él era.
Amil, solo rió sabía ya exactamente como era
él y cerró la puerta esperándolo a que salga.
Cuarenta minutos después…
- ¡Qué guapo!- dijo al verlo con su camisa negra, pantalón negro y
reluciente, se hizo un peinado distinto a lo que siempre solía estar. Su piel
de bebé estaba perfecta, sus ojos pardos podrían haber enamorado a cualquier
persona que lo mirara directamente a los ojos, su cuerpo era escultura y
tonificado. Sebastián era un guapo por donde lo vieras.
- ¡Irresistible!- la corrigió arreglándose la camisa y posó sus manos por
sus hombros.
- Disculpa, señor irresistible- se burló- Deberías salir a menudo las
chicas estarían a tus pies.
- ¿Para qué tener tantas chicas a tus pies si solo me van a querer por el
físico? Prefiero mil veces, una chica que me quiera y acepte como soy.
- ¿Y quién eres?- preguntó acomodándose el bolso.
- ¡Una mierda! Y…- dijo antes de terminar la oración.
- Egoísta- concluyó ella- Lo sé- acarició las mejillas de bebé de su mejor
amigo. Pensando qué haría si él no estuviera con ella. No quería pensar así,
tuvo que volver en sí.
- Vámonos gringa, quiero venir a dormir temprano y todavía tengo que
dejarte en tu casa- dijo bajando las escaleras llegando al primer piso en solo
segundos.
- A veces me caes mal y encima reniegas porque me vas a dejar en mi casa, ¡Qué
perro!- rió ella, bajando como toda una princesa las escaleras. Sebastián
miraba el reloj de su muñeca derecha.
- Te regresas sola entonces, jaja- avanzó más rápido y abrió la puerta
cediendo el paso a que ella saliera, como todo un caballero.
- ¡Sebas!- decía ella con entusiasmo y una forma de decir: no estás
hablando en serio.
- Ok, hoy no te regresas sola- la abrazo sonriente, estaba de buen humor y
salieron de la casa juntos.
Era muy buenos amigos, siempre
molestándose, más Sebastián que le gustaba hacer bromas y hacer enojar a las
personas.
-
Y cómo vas con ese chico que
no paras de hablar- preguntó Sebastián, colocándose el cinturón de seguridad.
-
Hemos arreglado las cosas, fue tan
tierno de ir a buscarme en todo estos días, aun así no hay nada concreto, pero
que es un divino, lo es- respondió sonriente a su amigo y continuaron su marcha
en dirección a la fiesta.
En la casa de Austin…
- Estoy entre ir y no- dijo tirado en todo el sofá y Jacob sentado al
frente.
Jacob, había llegado hace una
semana de Ghen debido a unas vacaciones y postuló al instituto, pagó cierto
monto para poder estar en el aula de su mejor amigo y se puso al día.
Le gustaba la investigación de
cosas extrañas, en esos días había averiguado cosas confidenciales, tenía claro
que se lo diría a su único amigo.
- ¡Anda! ¡Te va a estar esperando!- exclamó guardando un archivo en la
laptop.
- ¿A mí o a Peter?- seguía con los botones de la camisa abierta.
- Eso no lo sabrás si no vas- metió presión, tenía razón.
Austin odiaba que tuviera la
razón.
- Solo por esta vez, una más. Pero, aún sigo decidido en poder entablar
algo con mi gringa- pensó en ella al decir gringa con una sonrisita de ilusión.
- Igual te vas a quedar con Flavia, vas a ver- lo dijo seguro- He visto el
futuro.
- En este camino nada está seguro y menos con Flavia. Cómo puedo saber si
tengo un futuro con ella, si ahora en el presente estamos alejados.
- El
final lo escriben ustedes con tinta negra de preferencia- los dos mejores
amigos se matan de risa en el sofá-Esa chica es muy… muy no sé. Por
lo poco que me cuentas, no sabe que decidir, quiere algo un día y al otro ya
no, aunque en el fondo dice que sí te quiere, pero no lo demuestra, estando antes
con Peter, no lo demostraba. No juzgo el hecho de sus sentimientos, ya que eso
es una parte de lo que piensa, siente y no puedo ponerlo en duda. Sin embargo,
si te quiere de tal forma que ella dice hacerlo, que lo grite al mundo y mande
a volar a todos por ti.
- Creo lo mismo, yo la dejo decidir, no me gusta obligarla y menos que
sienta que no tiene potestad. Si ella lo elije a él, debo sonreír, es su
decisión, no la mía, porque mi decisión es quedarme con ella para siempre. Y ahora
que quiero algo con la gringa, no es para utilizarla, sino que siento que puedo
olvidar a Flavia, que me va a enseñar muchas cosas lindas y estar en paz.
- ¿Y si te hicieran escoger entre Flavia y Amil?- se acomodó el sofá y vio
a su amigo.
- Sin duda alguna elegiría a Flavia mil veces- lo miró al decir esto.
“La mirada es la puerta a la
verdad”
- ¡Bien masoquista eres!- le tiró un cojín en el rostro de Austin. Este
esquivó.
- No es ser masoquista, Jacob. Es estar enamorado de verdad- le devolvió
el cojín en la cara de su gran amigo. Y volvieron a reírse entre ellos.
MIS 19 AÑOS
La casa se llenó por completo
muchas personas que no había invitado estaban ahí, cosa que me sorprendió y no
pude decir nada, solo alentarlos a que se divirtieran y disfruten la fiesta.
-
La princesa de la fiesta- me
sorprendió Matías de espaldas.
-
Con ese gorro pareces un total
zorro- me burlé, completamente de negro más las gafas negras que todos llevaban
puestos en los ojos.
-
Un zorro sexy- vaciló Matías
acomodándose el gorro.
-
Digamos que te ves bien, gracias
por venir- estaba tan agradecida por lo mucho que me brindaba su amistad
incondicional.
-
No podía perderme tu fiesta-
respondió. Estuvimos conversando unos minutos más hasta que llego Ximena con su
grupo a fastidiarme.
-
¡Qué feo vestido!- me insultó y
miré mi vestido diciendo en mi mente: ¿Será cierto?
-
Al menos yo estoy cubierta, mejor
hubieras venido desnuda, eso solo te faltaba- alcé mis dos cejas y mis ojos
grandes los abrí hasta verse enormes.
-
Si yo estuviera con tu vestido me
vería mucho mejor o no chicas- dijo con una parada espectacular, era claro que
Ximena es bonita, muy bonita, pero se creía por ello y la gente así no vale.
-
Sin duda alguna- respondieron con
una voz delicada, más bien fue una voz de estúpidas y luego de molestarme se
marcharon abriendo paso entre la fiesta.
Bailé con Matías hasta que Melany
lo jaló y estaba dando unos pasos muy buenos que me gustaba verlos tan bien. Yo
me alejé de esa alegría faltaba una hora para las doce y sea realmente mi
cumpleaños, así que me dirigí a la mesa de bebidas y me serví un vaso, me
tocaron el hombro derecho dos veces, voltee insultando con el nombre de Matías
ya que se le ocurría siempre hacer eso, no fue él y derramé ponche en el piso.
-
¡Ahhh!- exclamé para sorpresa mía
era Austin, una gran y linda sorpresa.
-
¿Te sorprendí?- me dio un beso en
las mejillas y sacudí mis manos mojadas de bebida- Siempre tan lista- sarcasmo.
-
No te burles- deje el vaso encima
de la mesa- Por un momento pensé que no vendrías.
-
Yo también pensé eso, después de
todo lo que ha pasado- respondió entre la bulla de la fiesta.
-
En fin, ¡Estas acá!- concluí
regalándole una sonrisa.
-
¡Austin!- se acercó alguien hacia
nosotros. Esa vocecita me daba dolor de cabeza. Con un vestido lila se
presentó, más una cola alta, se había laceado las puntas. Amil siempre me
quitaba las miradas de encima.
-
Viniste gringa, ¡Estás
espectacular¡- la halagó a Amil dándole un vueltita de 360 grados, a mí hasta
ahora no me había dicho nada, llega ella y sí le dice algo.
Estoy celosa. Encima le da una
vuelta para verla mejor. Respira, respira.
-
Hola Flavia- me saludó con un
besito en mi mejilla. Su perfume quedó en mi cuello, olor a fresas, deducí.
-
Hola- le respondí incomoda. Giré
mi rostro hacia otro lado- ¿El de allá es Jacob?
-
Sí, vino de Ghen. Pensé que te olvidaste de él- me
comentó Austin- Como estuvo poco tiempo allá.
-
Eh no, ¡Qué gusto que haya venido!- dije encantada
de tenerlo en mi fiesta.
-
Eh Flavia, gracias por la
invitación a tu fiesta, traje a un amigo, si no te molesta- me comentó Amil y
pues o sea, solo la había invitado por él.
-
Te aclaro una cosa solo te invité
porque quería que él venga, sino no lo hacía y lo de tu amigo, me molesta sí,
pero si ya está acá que se quede- siendo lo más sincera posible, muy directa y
clara, cero hipocresías.
-
Flavia- me llamó la atención
Austin, haciendo un gesto de que tienes y me jaló hacia un lado cercano.
Austin no tenía muy buena cara.
-
Estoy siendo lo más sincera
posible, no tengo la culpa- respondí enfadada, más que eso era celos.
-
Eso no es ser sincera es ser
irrespetuosa- siguió sujetando mi brazo.
-
La irrespetuosa fue ella al
acercarse mientras nosotros conversábamos- volví a responder mal y clave mi
mirada de me entiendes en su vista.
-
¡Contigo no se puede!- soltó de un
zarpazo mi brazo derecho y camino hacia ella, le dijo algo en el oído que no
alcancé a oír y se marcharon.
Agarré de la mano a la bella Amil, no merecía el
trato que le estaban dando, jamás permitiría que alguien, así sea Flavia le
trate como cualquier cosa. Porque ella no es “cualquiera”, ella es Amil
Picasso. La chica más dulce, tierna y comprensiva que a mis 18 años he podido
conocer.
-
Todo está bien Austin, no me incomoda el enojo de
ella.
-
Debería tratarte mejor, tú siempre has sido buena
con ella. Jamás he visto que le has faltado el respeto o puesto boca a boca.
-
Me aburriría pelear, si tengo que aclarar algo, lo
hago tomando un café o acercándome a ella a solas, no con personas para
“lucirme”.
-
Jajaja, ¡Qué linda forma de aclarar las cosas!- me
toqué el saco y saqué una collar que tenía forma de estrella- se la mostré en
el aire. Era dorado.
-
¡Oh, Santo
Dios! Está muy lindo- exclamó.
-
Es para ti. Venga te lo pondré- dije y ella me dio
la espalda, se sacó el cabello y lo puso a un lado para dejar descubierto su
piel blanca del cuello. Me acerqué a una distancia promedio para no chocar
nuestros cuerpos y menos llegar a incomodarla, mi respiración tocaba su piel y
toda esa tensión se volvió hermosa.
Terminé de colocárselo, se dio media vuelta y claro
que le quedaba muy bien. Río y se abalanzó hasta mí para caer en mis brazos y
yo caer entre sus cabellos dorados.
Seguí parada cerca de la mesa y
pedí a uno de mis empleados de esa noche una lata de cerveza, muchos se acercaban
a saludarme a pesar que no tocaba todavía las doce. Un joven con antifaz negro
brillante estaba a mi lado y cogía la comida de cada platillo, miré de reojo y
olía la comida antes de ingerirlo y si no le gustaba lo lanzaba en el suelo.
-
¡No se tira la comida al suelo!-
dije despacio desde el sitio que me encontraba.
-
¿Disculpa?- giró el rostro hacia a
mí con un gesto coqueto bajo sus cejas.
Era la chica que siempre veía por casualidad,
se dijo para el mismo.
-
Qué no se tira la comida al suelo-
volví a decirle y voltee el rostro hacia la pista de baile, ignorando que me
podría decir.
-
¡Ay! La comida está horrible- me
respondió, desde el lugar que lo vi en un inicio.
Parecía un chico bien cuidado. Su tono de voz se me
hacía peculiar y sus ojos pardos eran como diamantes, demasiado brillosos y
profundos. Me iba perdiendo en ellos.
-
Entonces no la comas, así de
simple- el mal humor que me había causado Austin seguía permanente en mí.
-
¿Qué pasa? ¿Así tratas a tus
invitados? - empezó a tener una conversación más profunda, se puso a mi lado
mirando justo dónde yo lo hacía.
-
Nada, ni siquiera te conozco-
seguí mirando desde lejos ha Austin y Amil. No se veían mal, la verdad es que
se les notaba felices.
-
¿Lío amoroso, no?- me dijo y
entendí que era por mi mal humor, quizás lo relacionó todo eso con el amor.
-
Algo así- susurré, había atinado
de la nada. Lo volví a mirar de reojo. Sin saber este chico me estaba calmando
con solo hablarme.
-
¡Por qué todos se joderán la vida
enamorándose! – respondió el chico de ojos pardos y camisa negra, su cabello un
poco alborotado, me parecía haberlo visto antes aunque con esos antifaces
era difícil de decir algún nombre.
-
¿Nunca te has enamorado?- le
pregunté a este chico, yo fui quién lo vio al rostro, él miraba a la gente bailar.
-
Claro que sí, que clase de
pregunta es esa, solo que todos se joden su vida haciéndolo, pasan sus pobres
vidas sufriendo y lamentándose por alguien, cuando deben sonreír- fue su
respuesta en esa hermosa noche. No sé por qué le decía esto a la jovencita que
tenía en frente, quizás para que no pase lo mismo que yo, así sea mentira.
-
¿Por qué uno debería sonreír
cuando está dañado?- ni lo conocía, y aun así sentía que podía conversar de ese
tipo de temas.
-
La sonrisa es una forma de
demostrar que eres fuerte. Y un día sin una sonrisa es un día perdido, eso dice
un gran autor- arrancó una flor de plástico que estaba detrás de él y me la
entregó- Toma, debes sentirte tan linda como esta flor.
-
Gracias- dije sonriendo de oreja a
oreja y cogí su flor rozando con sus manos y nos miramos al mismo tiempo, solo
quedo sonreír.
-
Sonriendo eres mucho más hermosa
de lo que ya eres- lo dijo en voz baja pensando que no lo oiría y sí llegué a
captarlo, claro que lo escuché, esa flor tenía un aroma a pesar de ser
plástico.
Y ahí me quedé con el enmascarado,
sin saber que decir, solo reír por esa vibración al tocarnos con las manos y
esa rara conversación, habíamos tenido química desde el inicio, siempre la
habíamos tenido.
-
Que tengas una gran noche- dijo
Sebastián terminando ese silencio combinado con frío y sentimientos de estar
siendo consumida en un día.
-
Igual tú- otra vez me quedo
sonreír mostrando mis dientes. Me había alegrado la noche en tan poco tiempo.
-
Me olvidaba estás muy linda, ese
vestido está ¡Uff! - hizo un gesto con los ojos que fueron tan provocadores y
que te atrapaba, sus ojos pardos brillaban más que nunca y su sonrisa fue larga
y coqueta, era precioso.
Y no dije nada agache la mirada
sonriente y ruborizada, alcé el rostro y el chico enmascarado desapareció.
Todos mis problemas, orgullo, molestias desaparecieron y toco las doce donde ya
no estaba triste ni nada negativo, sino contenta por fuera y dentro con una
paz, y esa sonrisa que me había sacado, y todo era gracias a él.
-
¿Mejor?- apareció después de un
rato Austin a mi lado, yo sentada en una de las bancas, no triste ni nada por
el estilo sino más que aburrida, todos festejando y uno viendo.
-
De maravilla, solo que estoy
cansada- le respondí fijándome dónde estaba Amil- ¿Y ella?
-
Es tu fiesta, debes divertirte-
dijo antes de continuar- Amil, está bailando.
-
Ah mira- fui cortante.
-
Y ahora la cumpleañera al centro
de la pista de baile con su pareja de la noche para dar inicio al baile entre
parejas. Por favor, a recibirla con grandes aplausos. Todos me miraron
esperando a que caminara hacia el centro.
-
No puedo…- susurré- No tengo
pareja.
-
Si deseas podemos bailar juntos-
dijo Austin, esperando a que diga que “Sí” y me levantara.
-
¿Harías eso por mí?- pregunté
maravillada por la gran persona que es.
-
Absolutamente todo, ¿Quieres
bailar conmigo? Dame ese privilegio- estiró su mano esperando a que yo aceptara
y caminar juntos hasta la pista de baile y claro que acepté, apretó mis manos
con las suyas, todos aplaudieron y ya se habían formado parejas alrededor
nuestro y la canción melodiosa tocó, era lenta y pacífica tipo un vals.
Puse mis manos en sus grandes
hombros y el cogió mi cintura con delicadeza, los cuerpos se acercaron un poco
y sonó la canción acompañado de la guitarra. La mayoría bailaba con su pareja,
las risas y los besos no faltaban a mi lado. Yo, solo fijaba mi vista en sus
hermosos ojos de Austin, bailando por todo el lugar como si fuera nuestro,
había anhelado aquel momento siempre, era como si podía sentir su corazón en
aquel momento, me pisó el pie y me reí. A pesar, que no era tan bueno bailando
como siempre lo repetía, había bailado por mí. Amil, también la vi bailando muy
cerca de nosotros, como si no estuviera celosa de verme como él, no me fijé muy
bien en su acompañante aunque creí por unos segundos que era el chico que había
hablado hace instantes.
-
Y ahora den la vuelta a sus
princesas y cambien de pareja con lo más cercanos- anunció el presentador de la
noche y todos giraron a sus chicas con una dos vueltas mientras veían con quién
intercambiar de pareja y era tan obvio que Austin lo hizo con Amil, porque
aparte de ser la más cercana, quería también bailar con ella.
Y boom, caí en manos de otro
sujeto cubierto solo en los ojos. Supuse que era el chico con el que tuve una
grata conversación y reímos. Sus grandes manos me pegaron con fuerza hacia él,
pero sus manos subían y bajaban entre mi espalda y cintura. Cuando toqué sus
manos heladas otra vez una pequeña sensación se dio, juntó mis manos con las
suyas en el aire, entrelazándolas, él sabía cómo moverse, de un lado para otro,
alejaba y apegaba, me veía los labios y yo sus ojos pardos que aún brillaban
con tanta intensidad. Me guiaba con las manos y pies a dar pasos sorprendentes
que todos nos quedaban viendo, seguía esa química que hubo desde un principio,
nos complementábamos muy bien. No decíamos nada, solo bailar y bailar me dio
una vuelta, después me cargó formando un semi-circulo sin perder nuestras
vistas que se veían directamente al alma. Mi cabello jugaba con el poco viento
y las personas de la fiesta abrieron paso para dejarnos bailar solo a los dos.
Era un círculo enorme, hasta Austin y Amil habían dejado de bailar por mirarnos
como todo inicio tiene un fin, terminó esa dicha de bailar con el enmascarado.
Y con solo una mirada y una
sonrisa, comprendí que mi alma estaba conectada a la suya.
-
¡Qué genial bailas!- exclamé con
una dicha en mí, sorprendida por todo lo que había gozado al estar bailando con
él. Esos pasos jamás habían dado y fue como si se hubieran unido siendo solo
dos personas en una y más sorprendente fue caer en sus brazos y esa mirada de
peligro que trasmitía había cambiado a sentirme segura.
-
Los créditos te lo llevas tú, yo
solo te seguí el ritmo- respondió modestamente y volvió a formarse una sonrisa
alargada en su rostro. Mierda, mierda otra vez no, Sebastián- pensó.
-
¡No sabía que bailabas tan bien!-
exclamó Amil viniendo con Austin, el cual tenía cara de enfado y no entendía
que ocurrió en tan poco tiempo.
-
¡Fue cómo si se conocieran de
tiempo!- dijo más impactada la gringa y le dio una patada a Sebastián diciendo:
¡Bien amigo!
-
¿Crees que tuvieron química?
Porque yo sí lo pienso- ya que nadie decía nada, Amil seguía hablando y le hizo
aquella pregunta a Austin que trago saliva antes de responder.
-
Más que química una conexión a
través de los ojos, ¡Estupendo!- se le notó el sarcasmo y Sebastián se rasco la
nariz riéndose por dentro.
-
Fue un placer bailar contigo esta
noche. Y ojalá nuestras pequeñas casualidades se vuelvan a repetir- me dijo este
chico, quise pedirle que se quitara el antifaz antes de irse, y no lo hice ya
que iba a ser muy confianzuda.
-
¿Casualidades?- dijimos al mismo
tiempo Austin y yo.
-
Ella entiende- le aclaró Sebastián
sonriendo a Austin, pero yo menos entendía aunque sí me parecía haberlo visto
antes, ¿Dónde?- Amil, vamos- se dirigió a su mejor amiga.
-
Cuídense chicos, ¡Gran noche!- se
despidieron ambos, ella con un beso en la mejilla y él con una sonrisa para mí.
-
Por cierto, todos en alguna
circunstancia encontraremos a esa persona que haga ver nuestros peores días en
los mejores, y nos saque una sonrisa para demostrarnos que no todo es malo- me
guiño el ojo, como un coqueto que le caía de a pelo, porque tenía todo para
serlo, esto último lo entendí rápidamente, sabía que había mejorado mi noche de
lo mal que estaba, sabía que me había sacado una sonrisa y que el amor no era
tan malo, solo es cuestión de sonreír. Acentué con la cabeza dándole la razón y
se fueron de la fiesta.
- Si hubiera imaginado que pasaría esto en mi cara, mejor estaría en casa
viendo televisión- dijo Austin.
- No ha pasado nada, solo era un baile- dije entre el barullo de la gente.
- Pues no parecía solo eso, ¡Qué casualidades han tenido!, ¿Me explicas?
- Fue eso un baile y no sé de qué hablaba, te lo puedo jurar.
- Porque siempre quieres hacerte la víctima, la que nunca hace nada, ¿te
ves a escondidas con él? ¿A cuántos más quieres engañar y seducir? Ya no sé si
eres chica de casa o una …
- ¡Qué tienes tarado!- lancé una bofetada con desprecio y furia, y paró la
música, ahora era un espectáculo que todos llegaban a ver gratis, toco el golpe
en su mejilla roja y así nos quedamos viendo lamentando que todo llegara a ese
punto donde estemos discutiendo, y pues me fui, me fui dejando a ese en la
fiesta y derramando lágrimas saliendo de allí.
Me fui a la parte trasera, me
senté sollozando por ese disgusto dentro de mi propia fiesta, en ese lugar
nadie me vería. Miles de estrellas en el cielo, la luna brillando con
intensidad y sentía que me miraba, siempre pensaba eso. Las lágrimas caían al
pasto y mis grandes diecisiete años recién cumplidos empezaban así llena de
dolor.
-
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